Dos meses después de la firma del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, la situación continúa deteriorándose para los refugiados, migrantes y solicitantes de asilo encarcelados en los centros de registro e identificación, los llamados hotspots, de las islas griegas. Médicos Sin Fronteras (MSF) insiste en las miserables condiciones de reclusión en las que son internadas las personas en virtud del acuerdo y pide a la UE y a las autoridades griegas la apertura inmediata de los centros
Desde el 20 de marzo, los refugiados que llegan a las islas griegas son enviados a centros de internamiento. Entre las personas confinadas se incluyen mujeres, niños y menores no acompañados para quienes no se han establecido medidas de protección específicas.
El tiempo máximo establecido para la detención administrativa en estos centros, fijado en 25 días de internamiento, se está incumpliendo. Así, más allá de la naturaleza completamente inadmisible de estas detenciones, es evidente que muchas de las personas forzadas a vivir hacinadas están siendo retenidas ilegalmente. El número de personas encerradas en algunos de estos centros es más del doble de lo previsto inicialmente. Además, no existe separación entre hombres y mujeres que viven en condiciones cada vez más precarias y las autoridades continúan trasladando a más y más personas a unos centros ya superpoblados.
Según la información obtenida por los equipos de MSF, el agua y el alojamiento escasean en algunos centros, las instalaciones sanitarias están en malas condiciones, la higiene resulta deplorable y la distribución de alimentos es aleatoria. Los equipos también han constatado un aumento considerable de personas que sufren estrés y heridas causadas por la violencia. Las tensiones existentes se están agudizando a causa del hacinamiento y del confinamiento prolongado. Mientras tanto, las personas retenidas reciben muy poca información sobre su futuro y el procedimiento que se les va a aplicar.
Fundada en el rechazo, la política de migración de la Unión Europea está logrando lo que se propuso: conseguir que un número menor de personas desembarquen en las islas. Sin embargo, como si la brutalidad de una política de este tipo no bastara, quienes siguen cruzando el mar Egeo arriesgando sus vidas son confinados en condiciones deplorables y arbitrarias.
Esta reclusión solo sirve para agravar la situación de personas que están siendo tratadas de una forma cada vez más inhumana y degradante. Por ello, resulta urgente y vital aliviar parte de su sufrimiento con la apertura de los campamentos para permitirles moverse libremente en las islas.