Gracias a la generosidad de su nuevo propietario, que ha cedido en préstamo durante nueve meses la obra, Ecce Homo de Caravaggio permanecerá expuesta en el Museo Nacional del Prado en una instalación individual especial en la sala 8 A del edificio Villanueva desde el 28 de mayo hasta el 13 octubre de 2024.
La obra, pintada por el gran artista italiano hacia 1605-09 y que formó parte de la colección privada de Felipe IV de España, es una de las, aproximadamente, únicas 60 obras conocidas de Caravaggio que existen, lo que confiere a la misma un valor extraordinario.
Museo Nacional del Prado, 27 de mayo de 2024.- Desde que en abril de 2021 el Museo del Prado alertara al Ministerio de Cultura español de la relevancia del cuadro tras su reaparición en la casa de subastas Ansorena, cuando se atribuyó a un alumno de José de Ribera, la obra ha estado bajo la custodia de la galería de arte Colnaghi, en colaboración con Filippo Benappi (Benappi Fine Art) y Andrea Lullo (Lullo Pampoulides) y ha sido restaurada por el especialista Andrea Cipriani y su equipo bajo la supervisión de expertos de la Comunidad de Madrid. Los resultados de este minucioso proceso se recogen en una exhaustiva publicación que estará disponible tras la presentación de la obra.
Desde su aparición en subasta hace tres años, Ecce Homo ha representado uno de los mayores descubrimientos de la historia del arte, logrando un consenso sin precedentes en lo que a su autentificación se refiere. Tras una profunda investigación diagnóstica realizada por Claudio Falcucci -ingeniero nuclear especializado en la aplicación de técnicas científicas al estudio y conservación del patrimonio cultural-, la restauración se ha llevado a cabo de manera rigurosa y rigurosa, y cada decisión se ha apoyado en una evaluación exhaustiva de los materiales de la obra y el historial de conservación del cuadro, reafirmando la atribución inicial al maestro italiano.
La presentación de Ecce Homo y el anuncio de su préstamo -en un acto de generosidad de su nuevo propietario- llevan también aparejada la edición de una publicación que reúne a destacados expertos en la materia con ensayos seminales de Christiansen, Papi, Porzio y Terzaghi, testimonio de la importancia monumental de la obra. Bajo el título Caravaggio: El Ecce Homo desvelado, la publicación ofrece un punto de partida esencial para comprender esta nueva incorporación al catálogo de obras de Caravaggio.
En la publicación se incluye la interpretación especializada del cuadro llevada a cabo por Maria Cristina Terzaghi (catedrática de Historia del Arte Moderno en la Universidad Roma Tre y miembro del comité científico del Museo di Capodimonte de Nápoles), Gianni Papi (historiador del arte y escritor), Giuseppe Porzio (profesor de Historia del Arte en la Universidad de Nápoles) y Keith Christiansen (conservador del Metropolitan Museum of Art), cada uno de los cuales analiza diferentes aspectos. En concreto: las circunstancias de su descubrimiento, la procedencia, los aspectos estilísticos, técnicos e iconográficos de la obra, su fortuna crítica y el legado dejado por el maestro en Nápoles. Cuatro de los más autorizados expertos en Caravaggio y en la pintura barroca comparten la misma apasionada certeza: que Ecce Homo es una obra maestra del artista italiano.
Ecce Homo, el Caravaggio perdido
Edificio Villanueva. Sala 8 A.
28 mayo – 13 octubre 2024
Caravaggio (Michelangelo Merisi, 1571-1610)
Ecce Homo
Óleo sobre lienzo, 1606-1609
Colección particular
Durante los días previos a su muerte en la cruz, conocidos como la Pasión, Cristo fue arrestado y sufrió torturas a manos de los soldados romanos. Tras flagelarlo, lo llevaron ante el gobernador romano de Judea, Poncio Pilato. Según el evangelio de san Juan (19:2-5), Poncio Pilato lo presentó ante la multitud llevando una corona de espinas, una caña a modo de cetro y un manto púrpura que le habían colocado sus torturadores, para ridiculizarlo por haber afirmado que él era el rey de los judíos. Con las palabras “Aquí está el hombre” (“Ecce Homo”), Pilatos presentó esta lastimosa estampa al pueblo reunido ante su residencia, mostrando su sufrimiento.
La figura más cercana al espectador, que se inclina sobre el parapeto delantero, es Pilatos. Involucrando directamente tanto a la implícita multitud como al espectador, parece abrumado por la indecisión. Sin encontrar pruebas de los cargos contra Jesús, el gobernador romano pone su destino en manos de la multitud, que lo condena a morir con gritos que piden su crucifixión. Con la iluminación contrastada característica del estilo de Caravaggio, Cristo ocupa el centro de la composición. Las vívidas gotas de sangre replican el carmín del manto que el soldado a su izquierda le coloca sobre los hombros, contrastando con su carne pálida. Doliente y resignado, Cristo queda en el centro de este grupo compacto, ocupando el plano en una línea diagonal replicada por el cetro de caña. El soldado surge detrás de Cristo con la boca abierta, quizá gritando a la multitud, subrayando el sentido dramático y vacilante del momento. Los vivos toques blancos de sus ojos expresan emociones turbulentas, aunque no resulta claro si de odio, pánico o lástima. Los tres personajes remiten a modelos empleados por Caravaggio en algunos cuadros pintados previamente, y sus gestos dramáticos son característicos del estilo de narración pictórica del artista.
Caravaggio tuvo que abandonar Roma, donde había triunfado como pintor, tras herir de muerte en 1606 en una disputa a un hombre llamado Ranuccio Tomassoni. Para evitar la pena de muerte que pesaría sobre él por este crimen, el pintor abandonó la ciudad en mayo de 1606 y se fue a Nápoles. Tras una exitosa serie de encargos, viajó a Malta en 1607 para convertirse en caballero de la orden de San Juan. Tras pasar algo más de un año en Malta, Caravaggio dejó la isla de improviso, quizá por haberse descubierto sus antecedentes criminales. De allí fue a Sicilia, y de nuevo a Nápoles, esperando recibir noticias de un posible indulto. Durante estos años turbulentos pintó el Ecce Homo, que refleja la tensión de un fugitivo trabajando desesperadamente, rogando por que se le permitiera regresar a Roma. Muestra cómo su obra tardía evolucionó hacia un estilo más rápido y sintético que el de sus obras más tempranas, pero sin renunciar a la precisión en los detalles.
Ecce Homo de Caravaggio es una pintura fuertemente vinculada a la historia del coleccionismo español. Aunque se desconoce cuándo y para quién se creó, aparece por primera vez con bastante seguridad en 1631 entre los bienes de Juan de Lezcano, un secretario del virrey en la corte de Nápoles. Sucesivamente y con toda certeza, se encuentra en 1657 en manos del conde de Castrillo, quien estuvo al frente del virreinato napolitano de 1653 a 1659. Enviada a Madrid, la pintura pasó al rey Felipe IV, apareciendo en 1666 en el Real Alcázar. Siguió desde entonces en la colección real, registrándose en 1789 en la Casa de Campo. Más adelante fue del ministro de Carlos IV Manuel Godoy, pasando con parte de su pinacoteca a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a comienzos del siglo XIX. En 1823, esa institución la permutó por una obra de Alonso Cano al político Evaristo Pérez de Castro, de cuyos descendientes la ha adquirido el actual propietario.
Fuente: Museo del Prado