Inmersos como estamos en la voladura de todo el andamiaje constitucional e institucional, pasan desapercibidas noticias acerca de la utilización del dinero público por parte de un Gobierno que vive y se conduce como si todo el monte fuera orégano.
Gastos por cuenta corriente acorde con ese Gobierno de coalición y progresista. Como si lo progresista resultara, en efecto, poder disponer del dinero de los contribuyentes a su antojo. Es el Ejecutivo más dadivoso de la democracia; ora contratos para hacer informes absurdos que, naturalmente, hacen sus amigos políticos; ora viajes bokassianos perfectamente prescindibles. ¿No es eso malversación?.
Llegaron al poder mediante una moción fake amparados en una sentencia por la corrupción del Partido Popular, pero pronto aprendieron a olvidar. Y los despilfarros constantes, muchos de ellos desconocidos porque invocan el «secreto de Estado», se producen precisamente en unos momentos de gran hambruna entre el pueblo. ¿Cuándo visitará el presidente de ese Gobierno progresista algunas de las muchas colas del hambre que hay en Madrid, sin ir más lejos? Son colas fruto de la gran necesidad entre millones de familias y de enormes agujeros impagables en las cuentas públicas.
Ser progresista, presumir de ser el Gobierno «de la gente», requiere antes que nada ejemplaridad en el gasto, austeridad a la hora de conducirse. Todo el mundo pudo observar el pasado jueves la parafernalia que acompaña a Sánchez en sus meros desplazamientos por Madrid. Muy superior en ese gasto al que tiene Macron en Francia o el canciller Soltz en Alemania, que son países con economías más fuertes que la española, que, entre otras cuestiones, está a la cola del empleo; es decir, lidera el ranking de paro, y subiendo.
No le debería extrañar al columnista, conociendo como conoce a Sánchez y a sus procederes. Pero me extraña. Hasta ahora todo le ha ido bien. Ya veremos cuando los arados se conviertan en espadas…
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
15 de octubre 2023.
