Cayetana Álvarez de Toledo y Ester Muñoz, la primera ampliamente conocida en los tendidos, la segunda in crescendo, se han convertido en las auténticas pesadillas parlamentarias para un Gobierno que ni sabe, ni quiere, ni puede.
El pasado miércoles fue especialmente glorioso para las dos damas populares que se refocilaron de gusto a la hora de sacar a pasear las vergüenzas del triministro Bolaños por parte de Cayetana y la vicepresidenta Díaz a cargo de la diputada por León. Resultó un meneo dialéctico de primera magnitud que ya sabemos sirve para poco, aunque sí para «algo».
Tengo para mí que tanto Álvarez de Toledo como Muñoz ya juegan un rol relevante en el cogollo de una formación política (PP) que tendrá todas las fallas que se quiera pero que objetivamente es la única plataforma desde la que ocupar el espacio gubernamental que un día u otro dejará el sanchismo.
Son dos mujeres jóvenes y brillantes dialécticamente. Pero más allá de la escenificación, lo letal de sus discursos tiene que ver con la «realidad» que describen y que es percibida por los ciudadanos. ¡Una pena que una inmensa mayoría de españoles viva completamente alejada de la vida parlamentaria! Es una prueba fehaciente del desprestigio de la clase política de la coyuntura.
Con un Congreso de los Diputados en estado catatónico, que el Gobierno se toma a chacota cada vez que tiene que rendir cuentas, el verbo de dos mujeres sin complejos, que creen en la justeza de sus propias posiciones y conscientes de sus propias responsabilidades, es un soplo de aire fresco que hace creer que algo puede y tiene que cambiar.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 22.3.2025
