La catedral de la Almudena se convirtió en el hogar de distintas familias, personas mayores y múltiples generaciones que se unieron para celebrar el Jubileo de los Niños, las Familias y los Mayores, presidido por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.
Madrid, 2 de junio de 2025.- En una tarde cargada de emoción y gratitud, la catedral de la Almudena se convirtió en el hogar de distintas familias, personas mayores y múltiples generaciones que se unieron para celebrar el Jubileo de los Niños, las Familias y los Mayores, presidido por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.
Esta celebración, que forma parte del camino hacia el Jubileo 2025, se transformó en un himno a la vida compartida, a la transmisión intergeneracional de la fe y al amor que sostiene y transforma a las comunidades.
Durante su homilía, el cardenal Cobo invitó a todas las familias presentes a descubrir la presencia de Jesús en lo cotidiano: «Jesús está vivo, camina con nosotros, hasta en los momentos más duros», afirmó. Recordó que cada persona, cada familia, es portadora de una historia única de amor y cuidado, y que es precisamente en esa diversidad donde Dios se hace presente. «Jesús se manifiesta cada vez que amas, cada vez que rezas… Si quieres verlo, búscalo en tus abuelas y abuelos, en tus hijas e hijos, en quienes te rodean. Jesús está entre nosotros y no se ha alejado de nuestro lado».
El arzobispo alentó a las familias a convertirse en testimonios vivientes de la fe y del amor que las une, destacando la importancia de mirar con gratitud a quienes nos precedieron. «No os lo perdáis: es un regalo que hemos recibido. Contadlo, compartidlo con los más pequeños, narrad que Jesús está vivo».
Compartir la historia familiar
Animó a compartir las historias que marcan la vida de cada hogar, aquellas que también hablan de fragilidad, reconciliación, ternura y cuidado mutuo: «Cuando la madre o el padre llegan cansados del trabajo y encuentran consuelo, cuando las abuelas y los abuelos nos acompañan con sus relatos y cuidados, cuando hermanas y hermanos se perdonan… ahí también está Jesús».
Con un tono cercano, el cardenal planteó una pregunta sencilla pero profunda, «¿dónde está Jesús?». Y respondió: «Ahí donde vives el amor, donde estás con otras personas, donde perdonas, donde cuidas… cada uno de nosotros tiene esa escalera para subir y bajar con Jesús». Concluyó con una invitación a la esperanza: «No dejéis de anunciar que esto es posible: Jesús permanece con nosotros. Así se construye la felicidad».
Las ofrendas fueron hechas por cuatro generaciones de una misma familia, presentes en la catedral, y la celebración culminó con la alegría de reconocerse como familia en la fe, en un tiempo dedicado al agradecimiento y a la renovación del compromiso de ser testimonios del amor de Dios en el corazón del mundo.
Como broche final, las personas mayores de la Fundación Santa Lucía pudieron disfrutar de un helado y compartir un rato de conversación con el arzobispo de Madrid y con el Vicario Pastoral de la diócesis, José Luis Segovia.
Con 92 años, no quiso perdérselo
Maite tiene 92 años y no se ha perdido el Jubileo que la archidiócesis de Madrid celebró este sábado, 31 de mayo, por todo lo alto, ya que reunió en la catedral a niños, mayores y familias en una Eucaristía, a las 18:00 horas, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.
Acudió con su hija Anabel y una representación de su extensa familia, ya que Anabel tiene diez hijos, 47 nietos y vienen en camino el 48 y el 49. «Mi madre es una mujer con fe grande y así nos lo ha transmitido», cuenta Anabel. De hecho, hasta hace tres años ha vivido en Brasil, donde fue a misionar hace ya 30 años. Anabel —viuda desde hace 17 años— la acompañó allí durante tres años, hasta su vuelta a Madrid para «disfrutarla también aquí», traslada.
Aunque ahora la bisabuela ha de ir en silla de ruedas, «de cabeza está estupenda» y «es un gozo tenerla con nosotros». Ha vivido el jubileo con entusiasmo, algo que además este año en el Camino Neocatecumenal, realidad en la que la familia vive su fe, «se ha trabajado bastante». Cuenta Anabel que a nivel personal se prepararon antes con oración y confesión, y para ellos «ganar el jubileo en familia es muy bonito; una familia tiene que ser signo visible de la fe en esta sociedad de hoy».
Esta familia se sumó en la catedral a otras decenas de familias en un día que sirvió para darles voz, asegura Anabel y mostrar que «hay familias que viven su fe y ahí vamos a estar celebrándolo». Pero también se unieron a los mayores en su día jubilar, y a los niños, que vinieron de celebrar el Encuentro Diocesano de Niños en el Seminario Conciliar de Madrid. Un momento de unidad y comunión entre toda la diócesis que Anabel pone de relieve: «La Iglesia es una unidad y así nos sentimos; yo me siento Iglesia de Madrid».
ALFA Y OMEGA
