El sociólogo estadounidense Douglas Massey espera que el galardón le permita difundir mejor información real sobre migraciones.
El Princesa de Asturias subraya la relevancia de la investigación sobre las migraciones. ¿También su potencial para superar trincheras políticas?
Buena parte del pensamiento y las políticas sobre este tema se basan en desinformación. Es difícil hacer que los hechos y la información verdadera lleguen a la sociedad. Por ejemplo, cuando Trump anunció su candidatura a las elecciones de 2016 y dijo que quería construir un muro a lo largo de la frontera para mantener fuera a los migrantes mexicanos porque estaban invadiendo Estados Unidos, la inmigración de mexicanos sin papeles era negativa: se iban más de los que llegaban. Pero eso no hizo mella en la percepción social. Espero que la plataforma que me brinda este galardón me permita llegar a un público mayor.
¿Cuál es la radiografía de la migración actual?
Los científicos han tomado cada vez más conciencia de cuánto está impulsando el cambio climático la migración en todo el mundo. Es parte de un giro más amplio. En el siglo XX, la población migrante quería acceder a nuevas oportunidades yendo de un país pobre a uno más rico dentro de una migración laboral vinculada a la globalización. En el siglo XXI, cada vez más personas se desplazan para escapar de amenazas. Si estas amenazas atentan directamente contra su vida, la gente va a desplazarse, no a quedarse sentada y morir. Los patrones de esta nueva migración son mucho más caóticos y complicados.
Las políticas migratorias parecen basarse en que cuantos más obstáculos haya, menos migrantes llegarán. Pero sus investigaciones señalan que, desde los años 60, este objetivo no se ha logrado. ¿Por qué? ¿Debemos asumir que la movilidad seguirá aumentando?
No se basan en una comprensión de las dinámicas migratorias: qué ocurre y por qué, qué pasa una vez que llegan. Y sí, seguirán creciendo y van a ser un problema más grave. Pienso que es parte de un fenómeno más amplio de desintegración de la globalización. Hay movimientos reaccionarios en todo el mundo y un desplazamiento desde la democracia a la autocracia. La última vez que la globalización falló, tras la Primera Guerra Mundial, no quedó un cuadro bonito. El entorno político futuro será mucho más difícil.
La Iglesia reconoce el derecho de los países a controlar sus fronteras, pero también pide respetar los derechos de los migrantes, incluido el de emigrar. ¿Es posible lograr ambas cosas?
Sí, lo es. El problema es que para que funcione todos los países tienen que adoptarla. Una nación no puede hacer su parte ella sola y resolver el problema. Los países ricos tienen que abrirse más a la migración y estar dispuestos a aceptar a los migrantes que intentan entrar dotándolos de un estatus legal y buscando arreglos para que se integren rápidamente y contribuyan a sus sociedades. Desgraciadamente, las políticas han ido en sentido contrario.
Bio

Nacido en el estado de Washington (Estados Unidos) en 1952, Douglas Massey se doctoró en Sociología en 1978 por la Universidad de Princeton. En ella enseña Sociología y Asuntos Públicos y ha dirigido la Oficina de Investigación Poblacional y el Programa de Estudios de Población. Es experto en migración, sobre todo la latinoamericana hacia Estados Unidos, que ha tratado entre otras obras en Beyond Smoke and Mirrors. También ha abordado la segregación racial en su país, por ejemplo en el libro American Apartheid.
La generalización de las políticas antimigratorias en lugares como la UE, ¿es un contagio de Estados Unidos o son frutos del mismo árbol?
Creo que son frutos de un mismo árbol, las motivaciones son las mismas. Pero cuando una nación de inmigrantes y la democracia más antigua del mundo lo hace, abre la puerta a todos los demás.
Su otro gran campo de investigación es la segregación racial. ¿Cómo se puede entender desde Europa la complejidad de un fenómeno tan particular de Estados Unidos?
Es el único país desarrollado que comenzó como una sociedad basada en la esclavitud. Esto lo ha envenenado desde entonces. La segregación fue muy extrema en el siglo XX. Desde el movimiento por los derechos civiles, en los años 70, ha cambiado lentamente pero todavía es una sociedad muy segregada. En la raíz de este fenómeno hay un prejuicio contra las personas de origen africano, que luego se institucionaliza. Por ejemplo, durante el boom económico del año 2000 al 2008 los barrios negros fueron blanco de las actividades de préstamos fraudulentos. Personas aptas para hipotecas justas fueron empujadas a otras de alto coste y riesgo porque eran negras y se asumía que no tenían formación. Estos vecindarios fueron golpeados por oleadas de embargos más extremas que en los blancos.
¿Se pueden extraer lecciones sobre los guetos de migrantes en Europa?
Tienen que estar en guardia para que estos fenómenos no se establezcan ni luego se institucionalicen. Francia es una sociedad muy segregada y de forma intencionada: construyeron suburbios y colocaron a los inmigrantes allí. Cuando segregas a un grupo, es muy fácil olvidarte de él; simplemente dejas de invertir en su barrio. Hay que hacer un esfuerzo intencionado por distribuir viviendas asequibles por toda el área metropolitana. En Estados Unidos he hecho trabajos que muestran que esto se puede lograr permitiendo a los pobres vivir en barrios acaudalados y subir la escalera social sin perjudicar a la zona.
MARÍA MARTÍNEZ LÓPEZ
Alfa y Omega
Publicado el 29.5.2025