El prior general de los agustinos, español y amigo personal del nuevo Pontífice, destaca la actitud de escucha de León XIV y cree que «en la Iglesia hay demasiadas opiniones extremistas que creen poseer la verdad y que no dejan espacio para los otros»
¿Cómo es el encuentro con un viejo amigo cuando a este lo eligen Papa?
Nos conocemos desde 1982. Los dos éramos estudiantes en el Colegio Santa Mónica, en Roma, así que imagínese. Aunque, si le digo la verdad, el encuentro fue como el de todos los días, solo que con más gente y más seguridad alrededor. En realidad ha sido corto, por respeto a todas las personas que también querían hablar con él. Me pidió que lo acompañara el sábado al santuario de Nuestra Señora del Buen Consejo y también estuve celebrando la Misa con él en la gruta de san Pedro. Me propuse llamarle Su Santidad, pero así de primeras no me salía.
¿Cómo lo está viviendo él? En el balcón se le vio impresionado.
Un poco sí. Nos decía que todavía se está asentando, asimilándolo. Él, por ejemplo, estaba habituado a conducir cuando viajaba o a manejarse solo. Ahora es distinto. Tiene que ir acompañado a todos los sitios. Y luego está el tema de tener que prepararse los discursos, los saludos. Lo está haciendo muy bien.

Prevost ocupó el cargo que ahora ocupa usted. ¿Qué destacaría de su labor de gobierno en la orden?
Lo primero que diría es que es un hombre de escucha, que reflexiona. No dice lo primero que se le pasa por la cabeza. Es inteligente. Tiene una formación muy buena. Entre otras cosas, estudió Derecho, y eso le facilitó el tomar decisiones ante las distintas situaciones jurídicas que surgían dentro de la orden. De hecho, cuando hay que tomar decisiones, las toma. También hay que decir que es muy buen compañero: te hace partícipe, sigue la conversación; cuando cree que tiene que hablar, interviene y goza con los demás. Si cuentas un chiste, se ríe.
¿Y él los contaba?
Que recuerde, no. Yo sí he contado alguno, pero él diría que no.
¿Cree que León XIV va a emular en la Iglesia universal esa forma de gobernar la orden que ha descrito?
Diría que sí. Va a seguir escuchando seguro, porque hoy es más necesario que nunca. Primero al Espíritu y después, lógicamente, a los consejeros que él nombre. Y luego, si tiene que tomar una decisión, lo hará. Pero, insisto, siempre escuchando y discerniendo primero. Solo escuchando y construyendo juntos se puede llegar a alcanzar lo que queremos.
¿Cómo valora el hecho de que haya un Papa agustino?
Estoy convencido de que va a ser una cosa buena, porque san Agustín es un padre de la Iglesia con una doctrina muy sólida y sabia. Va a poder alumbrar muchas situaciones concretas de los laicos, porque eso mismo es lo que hacía el santo con las personas que iban a escucharle. Vemos como ya, desde su primera alocución, cuando salió al balcón, se reconoció agustino y citó a nuestro fundador: «Con ustedes soy cristiano y, para ustedes, obispo».
¿Qué acento agustino cree que le puede dar León XIV a la Iglesia?
Lo dice él mismo en su lema: In Illo uno unum. Son unas palabras que pronunció san Agustín en un sermón, comentando el salmo 127, con las que explicaba que «aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno». Al final, habla de estar todos unidos al que nos une, al que es la unidad, a Cristo. Esto es algo muy importante. Por eso creo que va a trabajar por la comunión y la unidad.
¿Andamos hoy escasos de unidad en la Iglesia? ¿O es un lema que se refiere más a la polarización en el ámbito civil?
Ambas. Seamos sinceros. En la Iglesia hay demasiadas opiniones extremistas que creen poseer la verdad y que no dejan espacio para los otros. Decir, como dijo un cardenal, «a ver si viene ahora un Papa católico», es demencial. A mí me ofendió mucho. Francisco, por supuesto, fue católico. Él quiso hacer llegar el Evangelio con las consecuencias que tiene el Evangelio, que es estar al lado de los necesitados, de los pobres.
¿Qué lectura hace del hecho de que haya un Papa de una orden religiosa, teniendo en cuenta que el anterior también lo fue?
Considero que las órdenes religiosas siguen teniendo mucha fuerza gracias a sus fundadores. San Agustín, por ejemplo, es un hombre moderno, de hoy. Benedicto XVI usó mucho su doctrina. En el Concilio Vaticano II fue la persona más citada —aparece 52 veces—, y esto tiene mucho valor porque es el concilio que quiere abrir la Iglesia al mundo. Hombre, en Europa los números están cayendo, pero, sobre todo, me preocupa que aquí somos incapaces de detenernos, de cultivar nuestra interioridad. Hay que mirar más nuestro corazón, no para tener momentos buenos, sino para ser felices.
Le pregunto por último por la paz. El Santo Padre la citó varias veces en su primer discurso y ha orientado sus primeros movimientos diplomáticos. ¿Va a ser una de sus prioridades?
Actualmente tenemos más de 30 conflictos activos en el mundo. Muchos en África, aunque no tan fuertes como el de Rusia y Ucrania, el de Pakistán e India o el de la Franja de Gaza. Es más necesario que nunca buscar la paz. Sin ella, la gente sufre, muere, pasa hambre… Eso hay que erradicarlo de una vez por todas.
JOSÉ CALDERERO DE ALDECOA
Publicado en Alfa y Omega el 15.5.2025